viernes, 14 de febrero de 2020

Gastronomía de Carnaval


Siempre las celebraciones se las asocia a la música, los bailes y a la muy buena gastronomía. Las Pascuas, Navidad, Año nuevo hasta el Día de los Fieles Difuntos posee una comida especial para la fecha. Por eso carnaval no es la excepción. Si bien en Argentina no tenemos un plato específico para dicha festividad, podemos decir que heredamos de los inmigrantes muchos de sus dulces que disfrutamos en toda ocasión como los crepes, las berlinesas o bolas de fraile, fritelle o buñuelos, los bolludagur o profiteroles.
Estamos en plena época de carnavales, que se desata la fiesta, reina la alegría y la diversión. Aunque las costumbres son distintas en cada país, el disfrutar al máximo de muchas delicias es algo común
Son los días previos a la abstinencia cuaresmal y por eso hay que aprovechar para tentarse con deliciosos manjares  que, en teoría, estarán ausentes de la mesa hasta después de Semana Santa. Por eso en casi todo el mundo encontramos muchas recetas típicas de masas fritas, mucha carne, quesos y dulces.
Antes de cumplir con la abstinencia cuaresmal hay que aprovechar bien para hartarse de los platos favoritos por eso triunfan en todas partes los dulces fritos, como los smoutebollen belgas. En otros países anglosajones el Martes de Carnaval se conoce como el Pancake Day, cambiando los crêpes por tortitas y sus variantes, que sirven para dar salida a los huevos, en teoría prohibidos más tarde.
Lo habitual es que predominen los platos más típicos de cada región, esos que no faltan en ninguna fiesta local, como ocurre con el mote con fritada en Ecuador o Colombia, también con el sancocho, o en Perú con el puchero y el paiche con yuca y plátano.

Italia El origen del Carnaval podría estar en las fiestas paganas en honor a Baco, pero lo que está claro es que Italia ha jugado un papel fundamental en la difusión de estas fiestas por todo el mundo. Los italianos viven con gran fervor los carnavales ya desde que termina la Navidad, con muchas fiestas locales diferentes. Además de Venecia, son famosos los carnavales de otras zonas como la Toscana, Emilia-Romaña o Nápoles, cada uno con sus delicias locales para descubrir.
Entre los dulces más conocidos tenemos los adictivos castagnole, pequeñas bolitas fritas y rebozadas en azúcar. También son imprescindibles las favette venecianos, muy parecidos a los buñuelos, o los chiacchiere -también llamados frappe o bugie-, rectangulares y crujientes. Similares a los Berliner germanos son los bomboloni, que pueden ir rellenos de chocolate, y hay otras masas fritas muy populares como los tortelli o, simplemente, fritelle, con distintas variaciones según la región.
Además podemos deleitarnos con otras tentaciones golosas como el migliaccio napolitano, una especie de pastel de sémola y ricotta, o el bizcocho berlingozzo, de tradición toscana. Todo se puede acompañar con el sanguinaccio, una crema de chocolate que deriva de una antigua receta elaborada con sangre de cerdo tras las matanzas. Y otra delicia más que no nos podemos perder es la pignolata, un dulce que en Sicilia se sirve con un glaseado de chocolate o limón, y en Calabria con miel.

En España,el Carnaval empieza el jueves Lardero con la butifarra de huevo de Cataluña, de ahí el dicho: «Dijous Gras, botifarra menjaràs! «Precisamente porque la carne y el huevo eran los alimentos prohibidos en la Cuaresma, la tortilla de butifarra de huevo marca la tradición.
Si vamos a los postres es la coca de llardons (chicharrones), una bollo dulce típica del Pirineo Catalán. Hecha a base de hojaldre, chicharrones y huevo que se cubre con piñones y azúcar.
 En Barcelona, no falta el cocido de Carnaval. Toda una exaltación al cerdo, del que no se desperdicia nada. Chorizo, cabeza, costilla, lacón, androlla, garbanzos, papas y grelos
Y para endulzar la fiesta en Galicia se comen las orejas de carnaval  u “Oreja de Fraile”. Se trata de una masa frita, fina y crujiente cubierta de azúcar que se rompe como el cristal.
La fiesta culinaria de Carnaval termina el miércoles de ceniza con el entierro de la sardina. Así que no es casualidad las parrilladas de sardinas que se organizan en varias comarcas, como en Arenys de mar, después de quemar al Rey Carnestoltes.

Alemania Conocido como Karneval, Fasching, o Fastnacht, hay celebraciones por todo el país pero sobre todo se lleva al extremo en las zonas católicas, y los más famosos son los de Colonia, Düsseldorf, Maguncia y Munich donde no falta el vino, la cerveza Kölsch y la comida bien calórica. Lo típico para entrar en calor son los derivados del cerdo, muchas Bratwurst, pretzels, gallina asada o guisada y sin que falte el queso , la panceta y la manteca. En cuanto a los dulces tradicionales, el imprescindible es el Berliner, también llamado Pfannkuchen, Krapfel o Kreppel. Es una masa dulce de panadería en forma de bollo redondo, como sin agujero como nuestra bola de fraile, fritas y rellenas de mermelada, crema o chocolate antes de rebozarlas en azúcar.

Suiza también tiene en esta época una de sus mayores fiestas del año en especial en Lucerna y Basilea. La tradición cristiana se mezcla con culturas paganas y el folclore local, y son muy característicos los desfiles y fiestas callejeras con los trajes, disfraces y las peculiares máscaras tradicionales. La fiesta empieza a las cuatro de la madrugada del lunes anterior al Miércoles de Ceniza, sin importar el frío que haga.
Entre las especialidades suizas típicas de la época destacan la sopa de harina, el Käsewähe y Zwiebelwähe -tarta fina de queso y de cebolla- y, por supuesto, los dulces fritos. Destacan las Fasnachtschüechli, una especie de tortas muy finas y crujientes que recuerdan a nuestras orejas, también los Schlüferli, Schenkeli o los Zigerkrapfen, una especie de empanaditas fritas rellenas de queso y frutos secos con canela y limón.

En Francia también tienen grandes fiestas por Carnaval, son muy famosos los festejos de Niza, Limoux, Dunkerque, Annecy . En cualquier caso, lo que sí es más común a toda Francia celebrar es el Mardi Gras, que supone el último día antes de iniciar la abstinencia de Cuaresma. Dulces o salados, los crêpes son muy tradicionales pero también los gofres. Otra receta típica que no suele faltan en los hogares son los guenilles o bugnes, muy parecidos a los buñuelos y a tantos otros dulces de sartén que se repiten por todo el mundo. Y tampoco se pueden olvidar los beignets, aunque los más famosos los encontraremos cruzando el Atlántico.

Un carnival genérico en Estados Unidos se puede referir a lo que nosotros llamaríamos feria ambulante, típica de las fiestas de barrios y pueblos. Pero el Carnaval propiamente dicho en este país nos lleva irremediablemente a Luisiana, donde nos espera el mágico Mardi Gras de Nueva Orleans. a través de la mezcla de culturas y con la música en la sangre.
Cada año por Carnaval no faltan los platos imprescindibles de su deliciosa cocina. Jambalaya, gumbo, salchichas andouille, étouffée, o el sándwich muffuletta son imprescindibles. En cuanto al dulce, el King Cake es precisamente eso, el rey, pero no se pueden olvidar los deliciosos beignets acomañados de café au lait.

Está claro que el Carnaval y Brasil van de la mano, es probablemente la fiesta más famosa del mundo y son muy conocidos sus fastuosos desfiles llenos de colores. Pero nunca falta el espectáculo callejero y la buena comida.
Después de tanto baile ,para recuperar energía lo hacen con la típica feijoada, el plato nacional que a pesar del calor no puede faltar. Por las calles se puede disfrutar de muchos otros bocados como el pan de queso, brochetas de carne, salchichas, el fricasé con huevos y limón y una buena variedad de salgadinhos, los aperitivos o picoteos.

En Finlandia también tienen sus bollos típicos de carnaval. Se trata del laskiaispulla, que puede estar relleno tanto de mazapán como de mermelada de fresa y crema montada. Lo mejor para disfrutarlos es acompañarlos de un buen café o una fabulosa taza de chocolate caliente.

Si queremos preparar o tomar un postre de Dinamarca, típico de esta celebración, no debemos olvidar los bollos Fastelavnboller. Su propio nombre lo dice todo, ya que Fastelavn significa carnaval en danés. En estas fiestas los niños se disfrazan y van por las casas pidiendo estos bollos dulces rellenos.

En Islandia, seis semanas antes de la Pascua, se celebra el Cream Puff Day. Se preparan y se venden en este día los bollos llamados Bolludagur, rellenos de crema o mermelada y cubiertos con un glaseado de chocolate.

Similar a los bollitos finlandeses y los daneses son los Semlor en Suecia, aromatizados con cardamomo y con un relleno de pasta de almendra y crema. Son típicos, sobre todo, del Martes de Carnaval.

En Rusia celebran la Maslenitsa, una semana carnavelesca que finaliza el domingo anterior a la víspera de la Cuaresma. Lo más típico de la gastronomía rusa en esta celebración son los blinis, unas tortitas que pueden rellenarse de forma dulce, con chocolate, miel, mermelada o de forma salada, con salmón, caviar, etc. Los blinis forman parte de la cocina tradicional eslava.

En Chipre, por su parte, también celebran a lo grande el Carnaval con muchos platos típicos de carne, sobre todo cordero pero también cerdo y pollo, y quesos locales. Son tradicionales las souvlaki o brochettes de cordero, afelia o guiso de cerdo y el tavva, asado de cordero con patatas y tomate. En cuanto al dulce, no pueden faltar los bourekia, masas fritas rellenas de un queso fresco local con agua de rosas, vainilla o aromas cítricos.

 Cada nación o cultura ha sabido adaptar el Carnaval a sus propias costumbres y tradiciones sin olvidar su esencia que es vivir con alegría, en paz y armonía aun en los malos momentos. El Carnaval nos permite tomarnos un respiro de las obligaciones cotidianas disfrutando de la música, el colorido y la excelente comida de esta festividad.  




martes, 11 de febrero de 2020

COOK LIT- DOS PASIONES QUE NO PODEMOS ABANDONAR


Amar y comer son dos acciones que no podemos evitar, de las cuales son vitales para nuestra existencia para bien o para mal. Es común escuchar la frase: "Conquistar a un hombre se empieza desde el estómago, y pensaba cuantos libros se han escrito bajo esa premisa. Muchas obras fusionan la gastronomía con la literatura. Obras que invitan a devorar los platos que pasan por sus páginas.
La gastronomía también se deja ver en el cine, y en los últimos años hemos podido disfrutar de películas tan sabrosas como Ratatouille, o Julie y Julia, la película protagonizada por Amy Adams y Meryl Streep, basada en las memorias de una mujer que quiso recrear todas las recetas de la cocinera norteamericana Julia Child que seria el equivalente a nuestra Doña Petrona C. de Gandulfo.

Mas allá de los recetarios, de los antiguos programas para la mujer (Utilísima) y los modernos realities de gastronomía (Masterchef), sumado a canales de cable como El Gourmet y los “cooking influencers” de las redes sociales, siempre existieron novelas donde la cocina está muy presente, si no es el escenario principal… es adorada por alguno de sus protagonistas. El ‘cook lit o Kitchen Lit sin llegar a ser un género propiamente dicho, esta incluido dentro de la literatura femenina como el Chick Lit ( “Comer,rezar,amar…” de Elizabeth Gilbert) , que están de moda. En ambas las protagonistas son mujeres trabajadoras que desean superarse y cumplir sus sueños, sobreviviendo con toques de humor las vicisitudes de la vida, pero en distintos escenarios laborales.

En otros casos las novelas de cook-lit, detallan el duro día a día de la vida de un cocinero profesional, así como la pasión y la creatividad que rodean la creación de un plato. También existen otras que evocan con nostalgia la historia familiar, a través de recetas, en particular aquellas relacionadas con la inmigración.
Entre los libros encontramos además numerosas referencias culinarias. Algunas tan famosas que han pasado a describir estados de ánimo. Es el caso de la “magdalena de Proust”. En la obra “En busca del tiempo perdido” este típico dulce remojado en té despierta recuerdos a los personajes que los llevan a su infancia.

La comida también define el carácter de numerosos personajes de ficción en especial detectives como Hércules Poirot de Agatha Christie, Pepe Carvalho de Manuel Vásquez Montalbán y el Comisario Montalbano fanático de las “arancini” sicilianas, con el cual Andrea Camillieri rinde su admiración al escritor español.

Hoy como si fuera novedosos encontramos novelas impresas recientemente, donde por lo general el protagonista es una mujer que tiene una desilusión amorosa. Esta premisa se repite una y otra vez en libros con títulos y tapas parecidos, pero con distintos autores totalmente ignotos, por ejemplo La sonrisa de las mujeres de  Nicolás Barreau o El café de los corazones rotos de Penélope Stokes, que incluyen recetas al final del libro.

Por ello quería compartir con Uds. algunos libros anteriores a esta moda literaria que también fueron adaptados al cine
 “Como agua para chocolate”. Laura Esquivel habla de cocina, de recetas, de amor, de secretos; de tradiciones familiares crueles en un México en el que la hija menor tenía prohibido casarse y, por supuesto, enamorarse. Todo ello, bien regado con realismo mágico espolvoreado con el exotismo de la mejor cocina mexicana. 25 años después Laura Esquivel edita El diario de Tita, donde la protagonista atesora secretos, recetas y recuerdos.

'Afrodita: cuentos, recetas y otros afrodisiacos', de Isabel Allende que con un toque de erotismo combina los placeres de la cocina con los carnales. En este libro dividido en dos partes —la primera versa sobre alimentos, especias y bebidas vinculadas a la sensualidad y la segunda son recetas en este mismo contexto.

'Milenio Carvalho', de Manuel Vázquez-Montalbán «Sherlock Holmes tocaba el violín. Yo cocino.» Con esta declaración el mítico detective de Vázquez-Montalbán describía su gran afición por la cocina. En cualquiera de las novelas de la saga se puede disfrutar de un Carvalho que ama a partes iguales la cocina y la buena mesa, y que aborrece un plato cuando está mal preparado. Otro libro interesante del autor es Las recetas de Carvalho, Manuel Vázquez Montabán, donde el autor recopila las mejores recetas a través de diversas secuencias culinarias de la famosa serie.

'El festín de Babette', de Isak Dinesen La innata capacidad de la escritora danesa para describir certeramente lo que sucede en sus novelas dio pie a dos grandes películas de la historia de los Oscar, la que se basa en este libro y Memorias de África.  La novela trata sobre un pueblito pesquero donde una extranjera y las hijas de un pastor tratan de continuar con su buena obra  tras ser recibidas con recelo en la comunidad, se proponen hacer un banquete para todo el pueblo, algo que provocará desconfianza y curiosidad de los lugareños.

 “Chocolate” de Joanne Harris La novela, igualmente reconocida por la versión cinematográfica que encarnaron Juliette Binoche y Johnny Depp, vuelve a unir amor y cocina a través de una chocolatería capaz de despertar los deseos más ocultos. Los sabores ‘prohibidos’ como símbolo de una sociedad atada por los prejuicios y con necesidad de abrirse.

“ La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey”, Mary Ann Shaffer y Anni Barrows. Enero de 1946: Londres emerge de las sombras de la Segunda Guerra Mundial. La escritora Juliet Ashton está buscando el argumento para su próximo libro, que lo encontrara en la carta de un desconocido, nativo de la isla de Guernsey, a cuyas manos ha llegado un libro de Charles Lamb que perteneció a Juliet. A medida que Juliet y el desconocido intercambian cartas, ella se queda atrapada en un mundo maravillosamente excéntrico. La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey nace como una coartada espontánea cuando sus miembros fueron descubiertos rompiendo el toque de queda de los alemanes. Los miembros de este grupo sobrellevaron la ocupación nazi organizando reuniones de lectura sobre novelas clásicas, siempre alrededor de un pastel de piel de papa. Cautivada por sus historias, decide visitarles, y lo que encuentra le cambiará para siempre.

Para los mas chicos podemos encontrar otro libro que luego fue adaptado al cine, Charlie y la fábrica de chocolate, Roald Dahl. . El señor Wonka, dueño de la magnífica fábrica de chocolate, ha escondido cinco billetes de oro en sus chocolates. Quienes los encuentren serán los elegidos para visitar la fabrica. Charlie tiene la fortuna de encontrar uno de esos billetes y, a partir de ese momento, su vida cambiará totalmente.

Entre los libros que esconden nostalgias del pasado podemos nombrar:
Azafrán- Viviana Lepes y Lucrecia Mirad cuentan juntas la vida de una abuela que son todas las abuelas y es, también, un homenaje a ellas. Azafrán es un libro para revivir la historia de la inmigración española en la Argentina a través de hermosos relatos y deliciosas recetas.

Victoria Schiridian Una Pizca De Amor Un viaje en el tiempo y la memoria de la mano de 12 mujeres descendientes de Armenia. Sus historias de inmigración, cada una diferente, las trajeron a instalarse en la ciudad de Buenos Aires. En estas páginas nos relatan sus recuerdos, sus heridas, sus alegrías y algunas de sus mejores recetas de la cocina tradicional armenia.
Una vida en recetas  de Silvia Morizono, ilustrado por Flor Kaneshiro Para algunos, la cocina es un espacio físico lleno de ollas, cucharones e ingredientes. Para otros, una ventana al mundo. Un universo donde la creación, la sensibilidad y el sentido estético se conjugan para dar lugar a platos que resultan obras de arte. Silvia Morizono supo encontrar en la cocina un lugar propio. Desde allí despertó paladares, transmitió valores y reversionó los sabores de su infancia.

Sabores de la memoria de Ana Pomar Cada receta viene con su historia. O cada historia con su receta. La voz que narra se vuelve de pronto entrañable. Hipnotizado por su gracia, uno la sigue a donde ella quiera llevarnos. En estas historias, sabrosas y genuinas hasta el caracú, e mundo cotidiano adquiere un encanto y una sugestión inesperados.
Además se publicaron hace muchos años dos antologías de cuentos y poemas como “Comer con los ojos” y “Vino para contarnos” donde recopilan textos escritos por grandes autores de todos los tiempos donde la comida y el buen beber son protagonistas
Aunque merece un capítulo aparte no podemos dejar de nombrar textos de divulgación como “El Nuevo cocinero científico, cuando la ciencia se mete en la cocina” de Diego Golombek y  Pablo Schwarzbaum  ,“La comida en la historia argentina” de Daniel Balmaceda o “¡Delizia!, la historia épica de la comida italiana” de John Dickie que si bien no son obras literarias, nos desasnan de manera amena a través de anécdotas gastronómicas… 


Se que han quedado muchos libros en la estantería sin nombrar: algunos muy entrañables, otros entretenidos y otros tantos para el olvido. Pero como de gustos no hay nada escrito, lo que a mi me gusta a uds. quizás no. Solo se que tengo ambas pasiones que son leer y comer. Todo en la vida son elecciones personales por lo que no debo decirles que leer pero si puedo encenderles la chispita de la curiosidad.

martes, 4 de febrero de 2020

ROSSINI –Un artista culinario



Una sinfonía de sabores y aromas
Cuando una comida es nombrada “A la Rossini” pareciera que estuviéramos refiriéndonos a un gran chef que dedico toda su vida a la innovación en la cocina. Pero en realidad estamos hablando es de Gioacchino Rossini , el gran compositor italiano nacido en la localidad de Pesaro y autor, entre muchas otras óperas, de “El barbero de Sevilla”. A Rossini se lo reconoce universalmente por su talento musical, pero resulta que su otra pasión era un tanto más mundana: la buena cocina.

Además de partituras históricas, el hombre legó un extenso recetario de su autoría. Incluso hay cocineros que dedicaron platos en su memoria, al punto que hay más de 100 preparaciones que llevan su nombre.Tournedos a la Rossini, canelones a la Rossini, huevos a la Rossini, pollo a la Rossini, filet mingon a la Rossini, arroz a la Rossini, tallarines a la Rossini y si seguimos buscando encontraremos un sinfín de preparaciones “a la Rossini”. Y como hizo fortuna rápidamente, se retiró siendo muy joven con el objeto de dedicarse a la gastronomía.

Su afición o casi devoción por la cocina y la buena mesa llegó hasta tal punto que en aquellos tiempos hizo pensar a muchos de sus contemporáneos que su verdadera pasión no era la música, sino la gastronomía. A él se le atribuyen frases tan conocidas como: “El apetito es la batuta que dirige la gran orquesta de nuestras pasiones”,  “Comer y amar, cantar y digerir; esos son a decir verdad, los cuatro actos de esa ópera bufa que es la vida y que se desvanece como la espuma de una botella de champagne” o “La trufa es el Mozart de los champiñones”.

También se decía -probablemente no de muy buena fe- que Rossini sólo lloró dos veces en su vida de adulto: la primera por la muerte de su padre y la segunda cuando se le cayó un pavo trufado por la borda de un barco en el que viajaba.

Rossini vivió la mayor parte de su vida en París y no sólo consumió productos locales, sino que se hacía traer productos de su amada Italia, como el arroz para el risotto y la preciada trufa Alba. Es conocida su afición al vino de Marsala, presente en muchas de sus recetas. L
a fama de su genio le permitió codearse con nobles e intelectuales franceses, como el gastrónomo Anthelme Brillat-Savarin y con Alejandro Dumas, escritor y gran amante de la cocina.
 En este ambiente conoció a quien se convertiría en su gran amigo: Antoine Carême, el famoso cocinero y gastrónomo francés, quien tras haber trabajado para los personajes más influyentes de la época, dirigía por entonces las cocinas de los Rotschild, donde conoció al compositor. 
Cada vez que Rossini era invitado a casa de los Rothschild, primero se dirigía a la cocina para saludar a Carême, y de paso, lograr que éste le aconsejara los platos más deliciosos del menú. Estos encuentros forjarán una gran amistad, hasta el punto que cuando Rossini abandona París y se traslada a Bolonia, Carême se senírá muy infeliz por haber perdido a un gran amigo y sobre todo, como él decía, porque aparte de apreciar su talento gastronómico le había sabido entender.
La relación amistosa no terminó con la distancia, puesto que Carême en una ocasión le envía a Bolonia un faisán trufado, sabedor del gran favor que le hacía a su amigo. En la caja le escribe una nota sencilla: “De Carême a Rossini”. El Maestro respondió a este detalle con otro de igual magnitud: le compuso una pieza musical titulada “De Rossini a Carême”.
Esta gran estima que sentían el uno por el otro, nos es revelada por Carême en una carta:
“Me dijo un día que había recibido una invitación para trasladarse a los Estados Unidos. Iría, sin duda alguna, añadió, si Ud. decidiera también trasladarse a América. Así me hablaba un gran músico italiano. Se llamaba Gioachino Rossini”.

Además tenia una gran pasión por los macarrones. Solía decir que para que los macarrones resultaran apetitosos, era necesario una buena pasta, excelente manteca, salsa de tomate y un buen parmesano. Y, por supuesto, una persona inteligente que supiera cocer, aderezar y servir.
 
Pierre Lacam, pastelero del príncipe Carlos III de Mónaco, nos refiere la singular manera en que Rossini preparaba sus macarrones. A saber, una vez cocidos, casi como canelones, les inyectaba foie gras con una jeringa y volvía a pasarlos por el fuego con manteca, queso parmesano y gruyere. Este plato se los conocia como Maccheroni SiringatiOtro de los platos que acostumbraba cocinar era paté de pollo con cangrejos a la manteca.

Respecto a los famosos tournedos a la Rossini (solomillo de ternera con panceta)-una de las preparaciones culinarias más conocidas-, cuenta la historia que una noche en la que el compositor fue a cenar al restaurante parisino Café Anglais, del que era chef principal su gran amigo y admirador Adolfo Dugléré; Rossini propuso al cocinero que saliera al comedor y que allí mismo, delante de los comensales, improvisara un plato nuevo.  
Dugléré le respondió que él era una persona tímida y que no estaría a gusto ni trabajaría bien de ese modo, a lo que Rossini le increpó: “Pues bien, hágalo vuelto del otro lado, de espaldas al público”. Al parecer, entre la maestría del chef y las ideas aportadas por el compositor, nacieron los famosos tournedos, que fueron bautizados inmediatamente con su nombre.

Tournedos Rossini

Ingredientes (4 personas):
4 Tournedos de 3 cm. de grosor.
200 gramos de foie gras.
2 trufas.
4 rebanadas de pan.
100 gramos de manteca.
1/2 vaso de madeira.
Sal y pimienta.

Cortar las rebanadas de pan del mismo tamaño que los tournedos y dorarlas por ambos lados con un poco de manteca (o aceite, según el gusto). Reservar al calor. Después, cortar cuatro filetes pequeños de foie, algo menores que los tournedos. En una sartén, saltear con manteca o aceite de oliva los tournedos, dejarlos un minuto por ambos lados, salpimentar y colocarlos sobre las rebanadas de pan. Reservar al calor.
En la misma sartén, muy caliente, saltear rápidamente (15 segundos por cada lado) los filetes de foie. Tras salpimentar debemos colocarlos encima de los tournedos.
Cortar 12 láminas de trufa y colocar tres de ellas encima de cada tournedos.
Verter el madeira en la sartén, desglasar el jugo de los tournedos, dejar recducir la salsa unos minutos, añadir el resto de las trufas picadas y servir con los tournedos.

A partir de ese momento se multiplicaron las recetas a las que se asocia el apellido Rossini, casi siempre con la idea de que son creación directa compositor, como huevos revueltos, pulardas(tipo de gallina), tortillas, supremas de ave, filetes de lenguado o pollo salteado. La mayoría llevan como componentes foie y trufas, dos productos que entusiasmaban al músico.

También existe un aliño de ensalada a la Rossini, cuya receta dicen que fue dictada por el propio compositor con estas instrucciones: “Tomar aceite de Provenza, mostaza inglesa, vinagre francés, un poco de jugo de limón, pimienta y sal. Batirlo y mezclarlo todo. Echar después algunas trufas, cortadas cuidadosamente en trozos menudos. Las trufas dan a este condimento una especie de nimbo capaz de sumergir a un gourmand en el éxtasis”.

Pero quizás lo más conocido sean los canelones a la Rossini, una pasta rellena de difícil factura que sufrió modificaciones a lo largo del tiempo, aunque los ingredientes de la receta original son los siguientes:
#. 150 g de jamón cocido.
#. Una cebolla.
#. 100 g de manteca.
#. Una taza de caldo de carne.
#. 100 g de hígados de pollo.
#. Una taza de crema de leche.
#. Una trufa de Perigord.
#. 300 g de masa de canelones.
#. Sal y pimienta.
#. Queso parmesano.
Una vez picada la cebolla, el jamón y la carne, se rehogaba a fuego lento en manteca por unos pocos minutos. Luego se agregaba el caldo y se cocinaba media hora a fuego bajo. Se preparaba un relleno picado con los hígados, la trufa, la crema, sal y pimienta.
Después se rellenaba con una manga los cuadrados de masa para canelones, que finalmente se gratinaban en una bandeja enmantecada cubierta del sofrito original y el queso parmesano.