martes, 31 de octubre de 2017

Día de los Muertos- Gastronomía

En el noroeste argentino ,fiel a las enseñanzas de sus ancestros se cree que para el día de Todos Santos, las almas de todos sus muertos comienzan a volver al mundo y llegan a sus hogares donde alguna vez supieron compartir algo en común. Por eso preparan las ofrendas, alimentos y bebidas para esperarlos.
Por enseñanzas cristianas encargan la misa para el difunto, encienden velas a las imágenes veneradas en el hogar, rezan el Santo Rosario en el velatorio de las ofrendas, al día siguiente visitan las tumbas donde además de elevar oraciones dejan coronas confeccionadas con flores de papel crepé o plástico, negro y violeta si el finado era adulto, blanco si fue angelito y completan la ornamentación con flores naturales. El ritual de los muertos se celebra durante tres años consecutivos, pasado ese tiempo el despacho del alma tiene un sello propio, tres días antes comienzan los preparativos, el 31 de octubre se coloca a mesa en honor a los angelitos y al día siguiente para los adultos. Por otra parte los manteles también cambiarán su color: negro para quien fuera mayor, blanco para los angelitos, un ramo de flores naturales ocupa el centro de la mesa. Junto al florero se coloca un vaso de agua bendita que tiene un ramillete con que las almas esperadas dejarán su bendición, junto a dos candelabros con velas en ambos lados. Completan la mesa platos con pan dulce , empanadillas de cayote, pencos, maicenas, capias, merengues, pochoclos entre otras cosas. Por supuesto lo original está en los llamados “turcos”, figuras humanas hechas de pan, pintadas y ornamentadas con tinturas preparadas a base de airampo y masas mezcladas con hollín de las ollas para obtener los adornos negros. También hay formas de escaleras, llamas, víboras, palomas, ángeles y toda figura que la habilidad de la panadera pueda realizar en la masa preparada de pan casero común o dulce. Además la mesa ostenta platos con comidas y frutas que eran gustos del difunto, vasos con chichas de maíz y maní, aloja, vino, cerveza y gaseosa, cada plato lleva el mismo ramillete para que las almas que visiten esa casa puedan servirse.

Muy parecido es el ritual en México, que reúne a la familia para honrar a los seres queridos que han partido. Comienza con un altar especial que se arma en casa. Puede ser pequeño o bien grande y elaborado. Se decora con flores (por lo general, caléndulas), calaveras de azúcar, velas, incienso, fotos de los que ya no están aquí, y papel picado en variados colores.

Para los mexicanos en EEUU, la celebración comienza el 30 y 31 de octubre con Halloween ,aunque tradicionalmente coinciden con las fechas del santoral católico,siendo el 1ro  (Dia de todos los Santo) y el 2 de noviembre( Día de los Fieles Difuntos). En México  ambos dias, se relacionan porque se cree que las almas de los niños regresan el 1 de noviembre, y las de los adultos, el 2 de noviembre.
Los platos que más suelen prepararse para las ofrendas son los tamales, el mole y los dulces hechos con calabaza. También se preparan las comidas favoritas de los seres queridos .Puede incluir  tortillas de maíz frescas, arroz, frijoles (porotos) de olla y alguna salsa picante.
Además de las ofrendas saladas, también hay panes dulces, chocolates y atoles. El pan de muerto es un pan dulce con anís y canela. Es redondo y se decora con más pan encima, y suele representar la forma de calaveras o huesos. Se le puede espolvorear glaseado de azúcar o azúcar de diversos colores. Algunas bebidas especiales son el tequila, jugos o el café con leche.
Las familias se reúnen el 1ero de noviembre para celebrar y disfrutar la comida y la música favorita de los seres queridos que ya no están. No es un día triste, sino una celebración de sus vidas. Las comidas se dejan en el altar, las velas se encienden y se pone música hasta la medianoche, cuando se dice que las almas de los seres queridos regresan. Lejos de ser sombría, esta es una celebración de la vida que confronta nuestros miedos más profundos con comida, risa y música. El pan de muerto, un pan dulce con sabor a anís, es el centro de atención.
A partir de octubre, las panaderías mexicanas producen las hogazas que tomarán su lugar al lado de las usuales conchas(tipo de pan dulce). Similar en sabor y textura a la rosca de reyes, el clásico pan de muerto se decora con azúcar de colores y tiras de masa con forma de hueso. Se puede moldear para darle forma de distintos animales o hasta de ataúdes, también puede tener un glaseado de limón como el proveniente de Guanajato. Cualquiera sea la variante siempre esta acompañada de una taza caliente de atole con canela.

Cabe aclarar que el atole es una bebida de origen prehispánico consumida principalmente en  América central y  México. En su forma original es una cocción dulce de maíz en agua, en proporciones tales que al final de la cocción tenga una moderada viscosidad y que se sirve lo más caliente posible. Tradicionalmente se endulza con piloncillo, azúcar o miel. También suele prepararse con leche en lugar de agua. Es muy común que la bebida sea condimentada con especias aromáticas (cacao, vainilla, canela, anís, azahar, hojas de naranjo) y otros saborizantes (chocolate, jugo o pulpa de frutas dulces), para realzar su sabor.

 “el que por tragón se petatea, hasta el pan de muerto se lleva”.

El origen de este pan tan rico, parte vital de las ofrendas en la celebración del Día de Muertos, viene desde la época de la Conquista.

 Cuenta la leyenda, que en 1519 prevalecía un ritual prehispánico en el que una joven era ofrecida a los dioses como sacrificio y se le extraía su corazón todavía latiente. Por supuesto, dicho ritual fue rechazado y prohibido tajantemente por los conquistadores españoles, sin embargo, como una manera de mantenerlo y evitando su parte sangrienta, los indígenas decidieron crear un pan en forma de corazón humano, escarchado con azúcar de color rojo para que simulara la sangre de las doncellas.

Una segunda versión narra la elaboración de dicho pan, hecho a base de semillas de amaranto molidas y tostadas, era realmente mezclado con la sangre obtenida de sacrificios humanos, y ofrecido a los dioses Izcozauhqui, Cuetzaltzin o Huehuetéotl. Finalmente ese pan se compartía entre todo el pueblo como símbolo de divinidad en cada individuo.
Otro teoría sostiene que proviene de un rito llevado a cabo en Mesoamérica en honor a sus muertos, a quienes solían enterrar junto con sus pertenencias.

El Pan de Muerto contiene mucho simbolismo: el círculo que se encuentra en la parte central superior representa un cráneo, mientras que las cuatro tiras que caen a los costados representan los huesos, y el todo representa el corazón, y finalmente, su sabor a azahar simboliza el recuerdo de los fallecidos. Otras versiones aseguran que las tiras representan los huesos de los muertos y la bolita del centro, su corazón; mientras que otra más dice que la bolita, junto con las tiras, representan los cuatro puntos cardinales de la concepción y cosmogonía prehispánica.

El Pan de Muerto tradicional tiene dos variantes, ya sea cubierto con azúcar o con sésamo, e incluso puede tener otras formas como se acostumbra en diversas partes de México (por ejemplo, con forma humana o de animales), pero en gran medida se ha mantenido intacto, dando pie al surgimiento de diversas opciones alternativas e innovadoras, como bañado o con algún relleno (chocolate oscuro o blanco, relleno de crema pastelera, crema, frutos secos o dulce de leche, queso crema y mermelada, entre muchas).`

En Latino américa también existen las tantawawa o muñecas de pan. Son panes grandes usualmente de trigo, moldeados y adornados con forma de niño pequeño o bebé.A veces rellenas de dulce, se elaboran y consumen junto a la colada morada y se usan como parte de ritos ancestrales en regiones andinas de Bolivia, Ecuador, Perú, sur de Colombia y norte de Argentina, principalmente el 2 de noviembre en conmemoración de los Fieles Difuntos, pero también en fiestas agrarias, carnavales y navidad como elemento simbólico de alianzas y compromisos sociales.

Mas allá de las modas de los últimos tiempos de transformar las  tradiciones o rituales ancestrales en celebraciones mundanas, por el simple hecho de tener un motivo para divertirse sin importar el porque. Queda en nosotros volver a sus comienzos para que no se pierdan los fundamentos originales de cada una de esas festividades, ya que con el tiempo no tendremos nada por compartir ni siquiera un recuerdo o una historia en común.   Las tradiciones están unidas al recuerdo de los pueblos y  el olvido esta hermanado a la perdida de aquello que nos hace únicos como nación.   


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