martes, 6 de agosto de 2019

PASANDO FACTURA


La gastronomía como Uds. saben esta ligada a distintas características particulares que pueden variar dependiendo de la geografía, la época y la cultura de los pueblos donde fueron creadas. Todos los platos tienen una historia detrás, muchas veces casual, otras deliberada, y en este caso de hoy… insólita .
Las facturas fueron introducidas por la inmigración europea que se instaló en la región del Río de la Plata, y que con el tiempo fueron adaptadas al gusto de la región.
Según las estadísticas las facturas son el producto mas comprado en las panaderías, cubriendo el 42% de las ventas. Y dentro de esta preferencia las medialunas de manteca, se encuentran en el tope del ranking ya que se venden 4 contra 1 de cualquier otra clase. Eso se debe no solo a su sabor sino también porque rinden más, son más grandes, se pueden rellenar, y además  se mantienen en mejor estado que las de grasa (que se ponen duras fácilmente).

 Dependiendo de su masa se distingue tres tipos de facturas: las de hojaldre; las de manteca que, por lo general, son dulces, y las de grasa, más saladas y crocantes. Todas ellas con amplia variedad de rellenos siendo los más clásicos el dulce de leche, la crema pastelera y el dulce de membrillo.
No debemos olvidar que a su vez se pueden clasificarse según el origen de la receta, es decir facturas francesas (croissants), vienesas o danesas.
Si bien las medialunas son las reinas podemos encontrar: ensaimada (prima lejana de la ensaimada mallorqui),  palmeritas, pan de leche,  tortitas negras y porque no blancas, vigilantes, churros, berlinesas, palmeritas, cañoncitos, rosquitas(hoy rebautizada donas) y en algunos casos podríamos encontrar hasta nuestra criolla torta frita.

A principios del siglo XX, entre los inmigrantes de la región se encontraba panaderos europeos de filiación anarquistas o comunista, con lo cual cierto tipo de facturas y masas recibió nombres que se burlan de las instituciones políticas, económicas y religiosas: por ejemplo, vigilantes, cañoncitos o bolas de fraile. Hoy forman parte de los desayunos y meriendas argentina.
Los que parecen ser nombres inocentes, divertidos y ya cotidianos para nosotros, tienen en realidad solapado un trasfondo político, donde el anarquismo, toma la bandera de la protesta y rebeldía, que se remonta a los panaderos de fines del siglo XIX.

Todo comenzó en 1887, en Buenos Aires, cuando el anarquista italiano Ettore Mattei creó la primera institución de la resistencia argentina: la Sociedad Cosmopolita de Resistencia y Colocación de Obreros Panaderos.
En 1888, los panaderos iniciaron una huelga que duró más de 10 días, organizados por el anarquista Errico Malatesta decidieron protestar, cerrando todas las panaderías. El anarquismo, a grandes rasgos, basa su filosofía política y social en la oposición y abolición del gobierno, ignorando toda autoridad, jerarquía o control social o religioso en búsqueda de una supuesta libertad. Es por ello que durante esa protesta, decidieron dejar en claro sus reclamos y no tuvieron mejor idea que hacerlo a través de los nombres de sus creaciones como un modo de “propaganda” y no precisamente “publicitaria”.
Los panaderos en rebeldía se burlaron de instituciones como la policía, el ejército y la Iglesia Católica, nombrando a sus productos de panadería y repostería con nombres tales como: vigilantes, cañoncitos, bombas, los suspiros de monja, sacramento, bolas de fraile, etc. El objetivo era ironizar a los diversos estamentos de poder en la sociedad argentina. De esta forma surgieron nombres como:

  • Sacramentos: similares a las medialunas pero con relleno de membrillo, su nombre es una crítica a la Iglesia Católica. Ideales para rellenar con jamón y queso
  • Bolas de fraile o Suspiro de monja: rellenas de dulce de leche o crema pastelera, los panaderos de 1888 les pusieron ese nombre para ironizar sobre los curas y las monjas .
  • Bombas: su nombre directamente se burla del ejército. Son los clásicos profiteroles, rellenos de crema o dulce.
  • Cañoncitos: con pastelera o dulce de leche, espolvoreados con azúcar impalpable, el nombre hace alusión también al ejército.
  • Vigilantes: su nombre es una burla a la fuerza policial. Junto con las medialunas, son una de las facturas más simples, clásicas y ricas.
  • Libritos: pancito de grasa que con su forma hacen referencia a la educación.
  • Cremonas: se asemejan a una fila pegada de letras A, símbolo del anarquismo.
 Más aun, el propio término «facturas» está cargado de significados. La palabra viene del latín “facere”, que significa hacer o crear. Su uso fue utilizado como sinónimo de trabajo para referirse a todas las producciones de los panaderos, de forma tal que los miembros del sindicato llamaran turbulentamente la atención sobre el valor del mismo .  

Pero esta manera tan ocurrente de dejar plasmada una protesta, no fue ideada en estas costas y menos en el Siglo XIX . Tuvo un antecedente que se remonta a varios siglos antes, mas precisamente en el año 1529 cuando Viena estaba sitiada por ejércitos turcos. Los austriacos crearon un pastel de hojaldre con forma de media luna, similar a un croissant, en referencia a la media luna y la estrella que son símbolos del Islam.
Según esta leyenda los austriacos comían estas medias lunas frente a los soldados turcos como forma de insultar a sus invasores. Siglos más tarde estos pasteles llegaron a Sudamérica.
Como nada se tira y todo se transforma ,les dejo una de tantas recetas que existen para aprovechar al máximo todo lo que nos queda

BUDIN DE MEDIALUNAS Ingredientes
Leche 350 cc
Medialuna 5

Masa:
Azúcar 200 grs
Manteca 200 grs
Huevo 3
Esencia de vainilla 1 cdta
Chocolate semi-amargo 150 grs
Polvo de hornear 1 cdta

Para comenzar, en un bol, romper las facturas en un bol y cubrir con leche, remojar y reservar por 30 minutos.
 Para la masa, en un bol, batir el azúcar con la manteca y agregar los huevos de a uno hasta llegar a blanco y agregar la esencia, el polvo de hornear y el chocolate derretido y las facturas remojadas.
Pasar a un molde enmantecado y enharinado y cocer a horno medio por 20 minutos.
 Desmoldar y rellenar con dulce de leche y espolvorear con coco rallado.


Fuente: Diarios La Nación, Clarín, BBC News, Cocineros Argentinos

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